LA MASONERÍA Y LA CREACIÓN DE LA
SOCIEDAD DE NACIONES (1918)
Otro de los asuntos que ocupó la
atención de los masones europeos como consecuencia de la Primera
Guerra Mundial, fue la creación de una Sociedad Internacional que
garantizara la paz entre las naciones. En este sentido tuvo lugar
en París, del 14 al 16 de enero de 1917 —en plena guerra— la
primera Conferencia masónica interaliada o “Conferencia de las
Masonerías de las Naciones Aliadas” organizada por las dos
obediencias más importantes: la Gran Logia de Francia y el
Grande Oriente de Francia. Esta primera Conferencia masónica
interaliada tenía como finalidad establecer un programa de acción
común que permitiera a la masonería hacer oír su voz humanitaria
en el conflicto que desolaba a Europa y al mundo entero.
En el siguiente Congreso Masónico
de las Naciones Aliadas y Neutrales celebrado en París, del 28 al
30 de junio de 1917, aparte de los anfitriones franceses, hubo
representaciones de Italia, España, Suiza, Portugal, Bélgica,
Servia, Argentina, Brasil y Estados Unidos. Por parte española, la
Gran Logia Regional Catalano-Balear estuvo representada por el
Venerable Jorge Vinaixa, y el Grande Oriente Español por los
Venerables Maestros masones Luis Simarro y Nicolás Salmerón.
La finalidad primordial de este
Congreso fue «crear una autoridad supranacional que tenga como
fin, no suprimir las causas de los conflictos, sino resolver
pacíficamente las diferencias entre las naciones. La
Francmasonería obrera de la Paz, se propone estudiar este nuevo
organismo: la Sociedad de Naciones. Ella será el agente de
propaganda de esta concepción de paz y de bienestar universales».
A finales de agosto de 1917, la
Liga francesa para la defensa de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano, invitaba al Dr. Simarro a formar parte de la Comisión
que debía preparar y elaborar los textos para el próximo Congreso
(a celebrar el 1º de noviembre) que iba a debatir también la
cuestión de la organización de la Sociedad de Naciones.
La masonería por una parte, y la
Liga de los Derechos del Hombres por otra, se habían propuesto la
creación de un organismo internacional capaz de garantizar la paz
mundial. En este ambicioso proyecto, al igual que en otros de
carácter supranacional, como el de la Cruz Roja, fue también la
masonería la que llevó la iniciativa, no sólo de su formación,
sino de su consolidación. A este efecto se constituyó al
Federación Internacional Masónica para la Sociedad de Naciones,
a la que fu invitado a adherirse el Hermano Luis Simarro, Gran
Maestre del Grande Oriente Español, a fin de que se constituyera
la correspondiente sección en España. En mayo de 1918, efectuaba
la siguiente declaración:
“Creemos que la actuación de la
masonería español debe ser en el orden internacional:
1.
Afianzar y estrechar sólidamente los lazos de unión que
existen entre la masonería española y la de aquellos pueblos que
luchan por la causa de la libertad y la justicia.
2.
Ratificar la simpatía y el interés vivísimo con que todo el
Gran Oriente Español sigue los admirables esfuerzos de los países
aliados en defensa de su existencia amenazada y la fe
inquebrantable de la masonería española en el triunfo definitivo
de la razón y el derecho contra la barbarie imperialista.
3.
Laborar con tesón para que, como punto de la horrible
contienda que asola al mundo, se forme la Sociedad de Naciones tal
como la ha propuesto el Presidente Wilson.
4.
Mientras llega la hora de ver constituida la Sociedad de
Naciones, procurar por todos los medios que se constituya un
organismo, integrado por representaciones de todos los países
democráticos y que, con el nombre de Gran Oriente Universal, pueda
intervenir activamente cerca de los Gobiernos para obtener que los
conflictos entre Naciones se resuelvan por medio del arbitraje.
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León
Bourgeois (1851-1925), miembro de varias logias del Grande Oriente
de Francia, premio Nóbel de la Paz en 1920 |
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5.
Que la masonería española procure ser lazo de unión entre
la alemana y la de otros países con quienes lucha el imperio
central, cuando, terminada la guerra, vuelva la masonería teutona
a los principios fundamentales de nuestra Orden” (Boletín
Oficial del Grande Oriente Español, año XXVI, núm. 314,
Madrid, 30 de junio de 1918, p. 55).
Uno de los promotores de la
Sociedad de Naciones fue León Bourgeois (1851-1925), miembro de
varias logias del Grande Oriente de Francia, premio Nóbel de la
Paz en 1920, presidente del Consejo de Ministros de Francia y
miembro permanente del Consejo de la Paz de La Haya.
En España la creación de la
Sociedad de Naciones provocó una corriente de simpatía en
determinados círculos intelectuales y políticos. Así, en noviembre
de 1918, un grupo de escritores, entre los que figuraban Unamuno,
Menéndez Pidal, Marañón, Pérez de Ayala y Azaña, lanzó un
manifiesto a la opinión pública y constituyó la Unión Democrática
Española para la Liga de la Sociedad de Naciones Libres.
Extractado de: José Antonio Ferrer
Benimeli y Manuel A. de Paz Sánchez, Masonería y pacifismo en
la España contemporánea, Zaragoza, 1991, pp. 107-119.
LA SOCIEDAD DE NACIONES
La Sociedad de Naciones (SDN) fue
un organismo internacional creado por el Tratado de Versalles, el
28 de junio de 1919, con la finalidad de establecer las bases para
la paz y la reorganización de las relaciones internacionales una
vez finalizada la Primera Guerra Mundial. El 15 de noviembre de
1920 se celebró en Ginebra la primera asamblea de la sociedad, con
la participación de 42 países. Tras el final de la Segunda Guerra
Mundial la SDN fue disuelta el 18 de abril de 1946, siendo
sucedida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
La Sociedad de Naciones pretendía
impedir una repetición de los hechos que dieron lugar a la I GM,
como la falta de cooperación, la existencia de pactos secretos
entre estados o la ignorancia de los pactos internacionales. Los
Estados Unidos de norteamérica nunca se incorporaron a la
Sociedad, debido a la negativa del Congreso estadounidense a
participar en ella, aunque sí perteneció a sus organismos
afiliados.
La Sociedad de Naciones logró una
solución pacífica de los siguientes conflictos:
* 1920 —
Suecia y Finlandia disputaban la soberanía de las Islas Aaland. La
Sociedad decide a favor de Finlandia.
* 1921 — Disputa
entre Alemania y Polonia por la Alta Silesia, sobre todo la zona
industrial. La Sociedad decide el reparto entre Alemania y Polonia
de la Alta Silesia.
* 1925 —
Conflicto fronterizo en el cual tropas griegas invaden territorio
búlgaro después de incidentes fronterizos. La Sociedad interviene
rápidamente produciéndose la retirada de las tropas griegas y el
pago de indemnizaciones a Bulgaria.
— Turquía reclama la soberanía de la provincia de Mosul, que
formaba parte del mandato británico de Irak. La Sociedad resuelve
a favor del Reino Unido.
* 1932 —
Arbitraje en la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay.
* 1938 —
Arbitraje fronterizo entre Perú y Colombia por la zona de Leticia.
Sin embargo, éstos fueron de menor importancia frente a conflictos
en los cuales las grandes potencias o grupos de países tenían
intereses ya declarados, lo cual se dio en los siguientes casos
decisivos:
* 1922 —
Reclamaciones por la posesión de Vilna entre Polonia y Lituania.
La Conferencia de Embajadores en París resolvió el conflicto,
instalándose como instancia para resolver problemas que
involucrasen o tuviesen su origen en el Tratado de Versalles.
* 1935 —
Invasión italiana de Abisinia. En un intento por expandir sus
colonias africanas, Italia invade Abisinia en octubre de 1935. El
Emperador de Abisinia Haile Selassie, quien encabezaba la
resistencia, describió en una sesión de la Asamblea los terribles
métodos de invasión y pidió la intervención de la Sociedad. La
Sociedad condena dicha acción e impone sanciones económicas, pero
que no incluyen las exportaciones de carbón, petróleo y acero a
Italia. Dichas sanciones -que no afectaron la capacidad productiva
de Italia- no impidieron la conquista completa de Abisinia en mayo
de 1936 y al poco tiempo Italia abandonó la Sociedad.
La SDN tuvo una serie de problemas
desde sus comienzos. El primero fue la negativa del Senado de los
Estados Unidos a aprobar el Tratado, lo que hizo que el gobierno
estadounidense se autoexcluyera de participar en la SDN. El
segundo fue la exclusión de Alemania y Turquía, debido a su
condición de países derrotados en la Primera Guerra Mundial,
además de haberse determinado oficialmente la responsabilidad
exclusiva de Alemania por el estallido de dicha contienda. También
fue excluida la Unión Soviética, dado el carácter comunista de su
régimen (lo que fomentó la creación de un cordón sanitario de
estados anticomunistas para evitar la propagación de la revolución
bolchevique) y por el tardío reconocimiento diplomático de los
vencedores de la Primera Guerra Mundial hacia el gobierno de Moscú
(reconocimiento que sólo llegó poco antes de 1930). Ya en 1923 se
evidenció la debilidad de la organización cuando Francia ocupó la
región alemana del Ruhr para exigir reparaciones de guerra, sin
que este hecho pudiera ser evitado o condenado a pesar de haberse
prohibido oficialmente cobrar deudas de guerra mediante esta clase
de ocupaciones militares. La invasión de Manchuria por parte de
Japón en 1931 fue el segundo gran golpe que recibió la SDN.
Condenado por la agresión, Japón abandonó la organización en 1933
sin haber recibido sanciones efectivas de los miembros de la SDN y
sin haber restaurado a China el territorio de Manchuria. Alemania
había sido admitida en 1926 como miembro de la SDN en calidad de
estado amante de la paz, pero el régimen nazi siguió en 1933 el
mismo camino de Japón y se retiró de la SDN.
La Sociedad de las Naciones nunca
consiguió la autoridad suficiente para imponer a sus miembros sus
resoluciones en forma obligatoria. Esto se repitió en 1934 cuando
la Asamblea General dicta una resolución referente a la Guerra del
Chaco, la cual se desarrolló entre 1932 y 1935, teniendo como
Estados beligerantes a la República del Paraguay y a la República
de Bolivia. El fallo definitivo de la Asamblea General fijó
posición en la disputa territorial favoreciendo a Bolivia, pero la
República del Paraguay desafió la autoridad de este organismo y se
retiró de la Sociedad de las Naciones, para luego resultar
vencedor de la citada contienda. Las invasión de Abisinia por
Italia en 1935 reveló que la SDN carecía de autoridad efectiva
para guiar una acción internacional contra las agresiones entre
Estados, siendo completamente impotente para asegurar un mínimo de
respeto a la paz mundial. Pese a que se aprobaron sanciones contra
la Italia fascista en 1935, estas no fueron apoyadas por muchos
países, y tampoco privaban a Italia de obtener materias primas
indispensables para su campaña militar. Finalmente, los
principales miembros de la SDN (Francia y Gran Bretaña) se negaron
a tomar acciones más severas tratando de evitar (en vano) que
Mussolini retirara a Italia de la SDN y se aliase con Hitler.
El estallido de la Segunda Guerra
Mundial en septiembre de 1939 mostró el fracaso final de la SDN al
ocurrir el principal evento que se deseaba impedir con la creación
de la Sociedad: una nueva guerra a gran escala en Europa. El
último gran acto oficial de la SDN fue expulsar a la URSS cuando
tropas soviéticas invadieron Finlandia en diciembre de 1939.
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Photo of
the members of the commission of the League of Nations
created by the Plenary Session of the Preliminary Peace
Conference, Paris, France 1919:
Standing
(left to right): Constantine Diamandy (Rumania);
Unidentified; Col. Edward M. House (United States);
Unidentified; Roman Dmowski (Poland); Milenko R. Vesnitch
(Serbia); Unidentified; Jan Smuts (British Empire); Woodrow
Wilson (United States); Karal Kramar (Czechoslovakia); Paul
Hymans (Belgium); V.K. Wellington Koo (China); Jaime Batalha-Reis
(Portugal); Vittorio Scialoja (Italy); Unidentified
Seated (left to right): Sutemi Chinda (Japan); Nobuaki
Makino (Japan); Leon Bourgeois (France); Robert Cecil
(British Empire);
Vittorio Emanuele Orlando
(Italy); Epitacio Pessoa (Brazil); Eleftherios Venizelos
(Greece)
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